La distopía, el verano del 19 y una apuesta a la esperanza
Resumen
Estamos viviendo una nueva realidad que nos llega por la asociación política con los Estados Unidos. Desgraciadamente, dicha realidad no es muy distinta a la distopía descrita en el texto clásico de Aldous Huxley - Brave New World (1932) donde la deshumanización se ha convertido en la nueva norma. Por ejemplo, los padres y madres son separados de sus hijos e hijas; las personas inmigrantes se consideran indeseables y ahora se necesitan muros para supuestamente protegernos de dichas personas. La "doble narrativa" o double speak como en la Granja de Animales (Animal Farm, 1945) de George Orwell parece ser también una nueva norma. La prensa libre ahora está etiquetada como "noticias falsas" y como "el enemigo del pueblo". La verdad se ha reducido en una mercancía cuestionable. La violencia contra las mujeres, los grupos raciales y étnicos parece ser tolerada -y en ocasiones incitada- por el discurso de odio y el apoyo a la ideología de la supremacía blanca por demasiados líderes políticos elegidos. La evidencia y los hallazgos científicos son irrelevantes a menos que dichos datos avalen la agenda política del Estado. Tal parece que este discurso de algunos sectores políticos en los Estados Unidos, sale del libreto de Joseph Goebbles, el ministro de propaganda de la Alemania Nazi. Necesitamos acciones concretas para cambiar la narrativa actual.
Por otro lado, en julio del verano pasado en Puerto Rico experimentamos un movimiento espontáneo y esperanzador de la juventud y del pueblo en general que logró la renuncia del gobernador de turno. Esto fue un evento insólito que generó mucha expectativa en el país al representar la posibilidad de que la indignación del pueblo se tornara en acciones ciudadanas concertadas con repercusiones políticas. El movimiento del verano de 2019 representa un cambio en la forma de organización ciudadana, de participación y de protesta para la justicia social. Un movimiento de esta naturaleza hubiera parecido imposible en nuestro contexto colonial. Sin embargo, se convierte en una ventana de oportunidad para pensar que otra realidad social puede ser viable en Puerto Rico si nos concentramos en aquello que nos une, en lugar de lo que nos separa.
Para el quehacer psicológico, el verano de 2019 pasa a ser un hito de gran significado porque nos recuerda la importancia de la profesión en la acción sociopolítica. Lo que antecedió a las protestas masivas en la isla es ejemplo del quiebre de la democracia y la violencia estructural. Bien sabemos que la psicología implica necesariamente el reconocimiento de cómo se hilvanan las fuerzas sociales y estructurales en las experiencias de salud (mental y física) del colectivo. Es decir, las condiciones sociales, políticas, laborales y económicas plasman ineludiblemente el proceso de cómo las personas aman, sufren, disfrutan de salud y cómo manifiestan las condiciones que padecen. Esa comprensión ponderada de los factores y acontecimientos que condicionan el proceso de salud-enfermedad ayuda al fortalecimiento de la psicología y su aporte a la optimización de la salud mental de los puertorriqueños.